20 enero 2007

Si Orwell viviera...


“Dos lágrimas, perfumadas de ginebra,
le resbalaron por las mejillas.
Pero ya todo estaba arreglado,
todo alcanzaba la perfección,
la lucha había terminado.
Se había vencido a sí mismo definitivamente.
Amaba al Gran Hermano.”
(George Orwell-1984)


Otra vez el mundo se idiotiza. Otra vez los diarios detienen sus rotativas; ¿para qué?: para ver Gran Hermano. Este formato que muestra a una docena de seres humanos de dudosa capacidad mental en una especie de casa observada desde todos los puntos, donde lo que se hace y se dice es detectado por las cámaras, sigue generando furor en Europa.
En Argentina, si bien el rating no está en su apogeo como en las épocas de los luctuosamente célebres Tamara Paganini, Gastón Trezeguet, etcétera, también cuenta con un canal de cable en el que se los puede ver haciendo ¡nada!.
En el Gran Hermano británico de “famosos” que se está emitiendo en estos días, una participante llamada Jade Goody, que se dio a conocer cuando ganó la versión original del año 2002 del programa, fue expulsada aparentemente por discriminar a una participante India, la actriz Shilpa Shetty. Esto generó una crisis diplomática entre Inglaterra y su ex protectorado. Así es, un desgastado programa creó más inconvenientes que la derrota de los indios mahratas en 1818 en manos del Imperio de turno –si detectó ironía en esta oración quizá esté en lo cierto-.
Dicen que lo positivo de la versión argentina de Gran Hermano es que al llamarse todos “boludo”, “pelotudo” y/o “forro”, esto genera un espíritu tal de camaradería que no puede darse lugar a la discriminación: todos son iguales, especialmente los televidentes -si en esta sentencia usted ha notado un poco más de ironía va por buen camino-.
Realmente es inútil que las paredes oigan, pues no hay nada que sacar en limpio de estas emisiones, sólo entorpece y genera más enajenación. Si llamáramos al amigo Aldous Huxley, él diría que la tele es la mejor dosis de Soma.
A veces algunos pueden sentirse “el último hombre en Europa” -título original de la obra de Orwell-, pero tiene que existir la manera de dejar de amar al Gran Hermano.


He dicho

A.M.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo trabajo con psicologos, asistentes sociales, psicopedagogos, psicologos sociales, etc. y estan todos re enganchados con el programa... mas que enganchados desperados (al punto de llamar una al mediodia a su marido que estaba viendo el programa en su casa para pedirle que le diga quien atendió el teléfono de la inmunidad). ¿No será demasiado?

Anónimo dijo...

Si la verdad que lo único que vale la pena de gran hermano es el bombón de Sebastian, pero claro no se compara con vos muñeco segui asi con tus ideas que vas a cambiar el mundo.....

Un besote donde te guste hermoso